11
Menti, lingua bugiarda,
di rio veleno infetta, maledetta,
che di fiamma novella ’l mio cor arda.
E voi anima mia,
troppo credula sete,
ah! non sapete
quant’abbian forza de vostr’occhi i rai!
V’amo, mio cor, e v’amo più che mai.
Ch’io delle voglie fide,
volga ad altra belleza la fermezza,
o ch’altra fiamma nel mio sen s’anide?
Lingua bugiarda, menti!
Troppo dolce è ’l penare,
troppo son care
le fiamme che versate, amati rai!
V’amo, mio bene, e v’amo più che mai.
Quanto più splende il sole
delle minute stelle
fra le belle,
splendon le vostre luci rare e sole.
Ah, ben degno sarei
di sempiterno horrore
se ’l fido core
togliessi a sì vivaci e cari rai!
V’amo, mia speme, e v’amo più che mai.
S’io v’abbandonno mai,
leggiadrissimi lumi,
si consumi
l’anima infida in sempiterni guai,
tutti nel petto mio
versi dal foco eterno
il crudo Averno
d’empie fiamme penosi, aspri tormenti!
Menti, lengua bugiarda, menti, menti!
Mientes, lengua embustera,
de ruin veneno infecta, maldita;
que con nueva llama mi corazón arda.
Y vos, alma mía,
demasiado crédula sois.
¡Ah, no sabéis
cuánta fuerza tienen los rayos de vuestros ojos!
Os amo, corazón mío, y os amo más que nunca.
¿Que acaso yo, fiel a mis deseos,
conceda a otra hermosura esa firmeza,
o que otra llama anide en mi seno?
¡Lengua embustera, mientes!
¡Demasiado dulce es el penar,
demasiado amadas son
las lágrimas que derramáis, amados ojos!
Os amo, bien mío, y os amo más que nunca.
Cuanto más resplandece el sol
de las menudas estrellas
más resplandecen vuestros raros y solos ojos entre las
bellas.
¡Ah, que digno sería
de eterna aversión
si el corazón fiel se
apartase de tan vivos y queridos ojos!
Os amo, esperanza mía, y os amo más que nunca.
Si yo os llegara a abandonar,
graciosos ojos,
¡consúmase
el alma infiel en eternas penas,
todas en mi pecho;
que vierta desde el fuego eterno
el cruel Averno
inicuas llamas dolorosas, rigurosos tormentos!
¡Mientes, lengua embustera, mientes, mientes!
12
Queste pungenti spine
che ne'boschi d'abisso
nodrite ed allevate
affliggono, trafiggono,
o crudeltade,
il mio Signor e Dio.
Son saete divine
che col foco del cielo
addolcite e temprate
allettano, dilettano,
o, gran pietade
il cor divoto e pio.
E tu, anima mia
non sai che sia dolore,
ancor non senti amore?
Ahi, miserella, ascolta
i tuoi vani diletti
i piaceri, i contenti
inducono, conducono
o pene, o stenti,
tè stessa al cieco inferno.
Deh, si, deh mira una volta
del tuo celeste amante
le ferite e i tormenti
che chiamano, richiamano
o, dolci accenti,
tè stessa al cielo eterno.
E pure, anima mia
non sai che sia dolore,
ancor non senti amore?
Stolta che fai? che pensi?
Il tuo Giesù tradito
il tuo Giesù piagato
si lacera, si macera,
ohimè, che stato,
solo per darti vita,
e tu ingrata
i sensi ogn'hor
più cruda induri
sei di cor si spietato
si rigido, si frigido
o stelle, o fato,
che non procuri aita?
Ben veggio, anima mia
non sai che sia dolore,
ancor non senti amore.
Così dunque vivrai
senz'amor, senza duolo?
no, rivolgi il core
pìeghevole, piacevole
o, buon fervore,
a si gravi martiri,
e riverente homai
pentita e lagrimosa
manda dal petto fuore
caldissimi, dolcissimi
d'amor sensi e sospiri.
Così, anima mia
saprai che sia dolore
intenderai amore.
Estas punzantes espinas
que en los bosques de los abismos
han crecido y se han nutrido,
afligen, atraviesan,
¡o crueldad!
a mi Señor, mi Dios.
Son flechas divinas
que con el fuego del cielo
se suavizan y templan,
tientan, deleitan,
¡O, gran piedad!
al corazón devoto y pío.
Y tú, alma mía,
¿no sabes qué es el dolor?
¿Aún no conoces el amor?
Ah, mísera, escucha,
tus vanos gustos
los placeres, las alegrías,
te inducen, conducen,
¡oh penas, oh privaciones!
al ciego infierno.
Ah, sí, mira una vez,
de tu celestial amante
las heridas y los tormentos
que te llaman, reclaman,
¡Oh dulces acentos!
al cielo eterno.
Y también, alma mía,
¿No sabes qué es el dolor?
¿Aún no conoces el amor?
Estúpida, ¿qué haces, qué piensas?
tu Jesús traicionado,
tu Jesús herido,
se atormenta, se mortifica,
¡y, qué condición!
sólo para darte vida.
Y tú, ingrata,
lo sentidos endureces
cada vez más,
tienes el corazón tan despiadado,
tan rígido, tan frío,
¡Oh estrellas, oh destino!
que no buscas ayuda.
Bien veo, alma mía,
¿no sabes qué es el dolor?
¿Aún no conoces el amor?
Entonces, así vivirás,
¿sin amor, sin dolor?
no cambias tu corazón
complaciente, agradable
¡Oh, buen fervor!
ante tan gran martirio
Y ahora, reverente,
arrepentida y llorosa,
envía desde tu pecho
muy cálidos, dulcísimos,
sentimientos y suspiros de amor.
Así, alma mía,
sabrás lo que es el dolor,
entenderás el amor.
14
Voglio di vita uscir, voglio che cadano
Quest’ossa in polve e queste membra in cenere,
E che i singulti miei tra l’ombre vadano.
Già che quel piè ch’ingemma l’herbe tenere
Sempre fugge da me, ne lo trattengono
I lacci, ohimè, del bel fanciul di Venere.
Miei sensi del sepolcro all’orlo vengono,
E dalla vita quasi s’accongedano
Poich’un sol pegno di mercè non tengono.
Vo che gli abissi il mio cordoglio vedano,
E l’aspro mio martir le furie piangano,
E ch’i dannati al mio tormento cedano.
A Dio crudel, gli orgogli tuoi rimangano
A incrudelir con altri. A te rinuncio,
Ne vuò più che mie speme in te si frangano.
S’apre la tomba, il mio morir t’annuncio.
Una lagrima spargi, et alfin donami
Di tua tarda pietade un solo nuntio?
E s’amando t’offesi, homai perdonami.
Quiero dejar esta vida, quiero que caigan
estos huesos en el polvo y estos miembros en las cenizas,
y que mis suspiros se pierdan entre las sombras.
Pues ese pie que adorna la tierna hierba
huye siempre de mí y no lo retienen,
ay, los lazos del hermoso muchacho de Venus.
Mis sentidos se acercan al borde de la tumba,
y se despiden casi de la vida,
pues no reciben una sola muestra de piedad.
Quiero que los abismos vean mi aflicción,
y que las furias lamenten mi amargo tormento,
y que los condenados se retiren ante mi suplicio.
Adiós, cruel, conserva tu orgullo
para ensañarte con otros. A ti renuncio,
no quiero que vuelvas a romper mis esperanzas.
Se abre la tumba, mi muerte te anuncio.
¿Derramas una lágrima y me concedes al fin
un solo anuncio de tu piedad postrera?
Y si te ofendí amando, dame el perdón ahora.
Benedetto Ferrari, 1603-1681